lunes, 2 de noviembre de 2009

Leonel Fernández, El Guasón

de mi puño y letras Por: Ariel Suero Gómez (Suero031@gmail.com) Hace dos semanas, la revista New York Magazine (ganó varios años el premio a la mejor tapa de la Asociación de Editores de EE.UU.) publicó una tapa con la cara del estafador Bernard Madoff convertido en El Guasón, bajo el título “Madoff, monster”, que me inspiró a copiarla para Leonel Fernández. Así como en Manhattan le echan la culpa de todo a Madoff y se construyen historias sobre su capacidad de destrucción, en ciertos sectores sociales dominicanos se tiene por defecto magnificar la facultad para el mal de Fernández, asignando a cualquiera de las acciones del Gobierno un propósito no sólo maléfico sino –y es en lo que discrepo– eficaz en su consecución. Mi personal visión de Leonel Fernández es más modesta. No creo que se trate de un hombre con una inteligencia tan superdotada, como el mal con mayúscula sí precisaría; y creo que es tan competente en la planificación de corto plazo como incompetente en la de largo plazo (cuando se dice que es un gran táctico tácitamente se está diciendo que no es tan buen estratega). Sobran ejemplos de “jugadas maestras” de Fernández que luego los hechos terminaron convirtiendo en estrepitosos fracasos, como la lucha contra la corrupción y con protestas populares en demanda de mejoras sociales. Sin embargo, siempre se renueva la confianza en su agudeza como ahora con la reforma a la Constitución donde, detrás de esa fraudulenta y horrible reforma, se tejen todo tipo de especulaciones y propuesta que solo le conviene a Leonel Fernández.
Por momentos, tiendo a pensar que el propio Leonel Fernández alimenta la ilusión de la crítica ética sabiendo que en la República Dominicana se prefiere a un malvado que a un ingenuo; el Jefe de la Policía Nacional resulta el mejor ejemplo, porque de tanto victimizarse con los falsos intercambios de disparos para acecinar inocentes pone en evidencias que, la misma policía está copada de delincuentes, logrando el efecto y confirmando a la ciudadanía que hace falta una cuota de maldad para ejercer el poder, y que sólo los Fernández y los Guzmán Fermín tienen esa habilidad que les permite gobernar.
En el caso de la reforma Constitucional, primero se concibió la idea de un Consejo Nacional de la Magistratura quienes la compondrían Leonel Fernández, el presidente del Senado y un Senador escogido por el Senado que pertenezca a un partido diferente al partido del Presidente del Senado, el Presidente de la Cámara de Diputados y un Diputado escogido por la Cámara de Diputados que pertenezca a un partido diferente al partido del Presidente de la Cámara de Diputados, el Presidente de la Suprema Corte de
Justicia y un Magistrado de la Suprema Corte de Justicia escogido por la misma Suprema Corte de Justicia, quien tendrá por función el servir de Secretario. La astucia y saña de estos personajes son una evidencia de un país que no supo del peligro de la democracia, tan fácilmente degenerada en oclocracia, sobre las multitudes sin educación, y de unos gobernantes que precisamente se ocuparon en mantener a la población sin ésta para poder hacer cuanto se les antoje sin que haya una verdadera resistencia u oposición a sus dictámenes. ¡Y qué bien jugaron sus cartas, tanto los unos como los otros! ¿Qué les parece querido lector? ¡Hasta la próxima!

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